martes, 23 de octubre de 2007

Ajeno

Soy extranjero.
Las yemas de mis dedos son gordas e infladas,
son de color azul.
Mis ojos están sorprendidos todo el tiempo
y los decoran mil venas rosadas a cada uno
que palpitan elegantemente
mientras mi sangre blanca les hace cosquillas desde adentro.
Tengo la columna quebrada.
Hace un siglo terminó mi imperio.
Tengo el cabello rosado pues es un color dulce
y comestible.
Mis piernas son zancos de un color negro neón
que hipnotizan cuando uso falda en las tardes de frío extremo.
Mi piel está en la tarde reflejada,
siempre tan melancólica y dorada,
luminosa y fresca.

Soy ermitaño.

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