domingo, 6 de abril de 2008

Las arpas (2)

Amanecí
con el cabello hecho arena
y lo amarré despacio
como si las manos de Dios
le hicieran un moño a la playa.
Caminé sobre un susurro
hacia el mar
y los cantos de las gaviotas
alborotaban mi falda y mi barba.
Respiré
el aire salado;
tenía el aroma de todas las criaturas marinas
y mis pulmones se ensancharon,
me hice más grande
y se me trabó la Luna en el pelo;
aún no se había metido.
Y la Luna
era tan suave
que llenaba de silencio
la mañana.
Surgió una casa del silencio
y el aroma a comida de adentro
me invitó a irrumpir en aquel ambiente
un poco lleno de sombras;
eran veintidós años los que llevaba de construida,
ya nadie la decoraba;
cada cierto tiempo
llegaba un nuevo objeto
y se quedaba en un lugar
como si hubiera estado ahí eternamente
dentro de la casa
rodeada de arena,
acariciada por el mar.
Yo silbé en la mañana
y al instante se calmó el mar,
entendió mi deseo de silencio
y el silbido.
Tengo melancolía
la más grande y la más arraigada.
Tengo melancolía
de nunca haber conocido el mar.
Repartiré tres piedras
en los tres lugares que más amo en el mundo.
Haré siete vestidos
uno para cada día que anteceda mi cumpleaños.
De enero a octubre
sólo tomaré té de manzanilla.
En noviembre y diciembre
sólo tomaré té de manzana y canela.
Crearé pequeñas historias que nunca escribiré.
Haré muchas cosas
definitivamente...
Amanecí
con la cara hacia donde creo que está
y sentí vergüenza de que
de alguna forma
se diera cuenta de mi mirada.
Me sacudí el pelo de arena
frente al espejo más grande de la casa
(es que mi pelo es muy largo)
y luego me lo lavé
con la leche más fresca de la mañana,
escupí en mi mano más sensible
y con esa saliva me peiné;
se me ocurrió agregar unos cascabeles
pero ya era suficiente con los de la barba.
Amanecí cansado
y sólo me desperté para seguir durmiendo.
Soñé
que el mar me recibía en su reino
aunque fuéramos desconocidos.
En medio en el fondo del mar
yo,
flotando eternamente con mi vestido,
hice las formas de la sonrisa
que me ha provocado este sueño.
El agua entraba sin parar por todos mis orificios
y me llenaba.
El mar me tocaba por fuera y por dentro
cual amante insaciable,
sádico.

--
Versión temprana.

5 comentarios:

Unknown dijo...

gracias a ti por pasar , aquí estoy de regreso, lindo el inicio de tu poema

saludos por allá. : )!

Rodrigo Ramos dijo...

Cada vez que leo este blog me parece que ya no podes salir con algo que me sorprenda. Cada vez que regreso sucede todo lo contrario.

PD: el link que hay hacia "los seres del planeta" es de Damian Amapola y no Adrian.

Nadie dijo...

Qué bueno que me sigan visitando Yaxkin y Alejandro!

Gracias a ambos por sus comentarios.
Son los mejores regalos que puedo tener: que mis poemas sean bien recibidos por los que me leen.

Nos vemos aunque sea por aquí!

HuelveElena dijo...

"En medio en el fondo del mar
yo,
flotando eternamente con mi vestido"

Yo, la verdad, a estas alturas, ya no sé qué sea... Pero me hace tanto bienestar leerte.
Y tanta coincidencia que no sabe que es cómplice.

Uish, qué complicado!

Nadie dijo...

Veá? tan complicado que ni entendí. :P