viernes, 28 de marzo de 2008

Las arpas (1)

Me despierto bello
después de la noche.
¡Qué bellas mis ojeras!
enmarcan mis ojos claros en tonos tierra.
¡Cuánto me fascina este mareo y falta de coordinación!
El pelo sin lavar
parece poseer un brillo natural
y el peinado que la cama me ha hecho
es carísimo:
alta peluquería.
No tengo ropa interior.
Mi pantalón es flojo de la cintura
y al meterme las manos
ahí estoy
y me encuentro,
me da risa.
Casi quiero vomitar
pero tengo hambre.
Es que el espejo tiene magia
y está manchado de la leche más fresca de la mañana;
lo escupo y hago figuras hermosas que hieden,
topo mi nariz para sentir ese olor helado.
Y luego,
viendo la calle desde la ventana,
te recuerdo.
¡Cuántas ganas de volver a la adolescencia me has traído!
¡Las arpas en mis oídos!
¡La triste música de adentro!
¡La presencia imponente del más simple niño!
¡El llanto ridículo!
¡Las noches más frías de la vida cuando eyacular me hacía sufrir!
Aquí estoy agarrado a las rejas,
añorando,
queriendo respirarte
y frotarte el pecho.
Aun mis orines salen a verte.
Anoche tenías la noche escondida en tu mochila
y me la enseñaste;
te salpicó un poco una uña
y pintaba tu sombra.
Anoche
te deseaba de una manera de la que no estoy seguro.
Anoche
deseaba que te acercaras
para que vieras cómo soy
y te quedaras a vivir,
a compartir la comida sin preocupaciones
y caminar por América,
ir a conocer los aromas que guardan otros niños,
robar un poquito de sus almas
y hacer recuerdos de sus risas y sus caras.
Anoche
hubiera nadado en una piscina llena de hojas
usando un vestido de novia.
Anoche hubiera apretado tu boca hasta mancharte del color de mi piel.
Anoche hubiera fumado un cigarro
y luego,
sentado a tu lado en la ladera de un cerro,
hubiera sacado el encendedor
y hubiera encendido una estrella entre mi mano:
la estrella en medio de las estrellas del cielo y las de la ciudad.
Soy pequeño.
Tengo el pecho frágil
y no lo sabés,
quizás lo sospechás
pero no se.
No te conozco.
No me atrevo a tocarte.
Quizás he vuelto a ser adolescente.
Y te fuiste anoche
dejándome sin memoria.
No estoy seguro
pero ahora recuerdo un poco:
me golpeó el viento de tu partida,
me alborotó el pelo
y me obligó a dar dos pasos al frente,
sólo me faltaba un abrigo.
Quizás vuelvo a ser adolecente.
El cemento mantenía mi sombra acostada
y la amarraba a mis pies.
Tu sombra se iba amarrada a tu carro,
violentamente ondeaba
y si se hubiera soltado
hubiera salido a agarrarla
para que se estrellara contra mi
y me manchara de noche;
si se hubiera soltado
la hubiera guardado en mi bolsa
y al segundo día de tenerla ahí,
en medio del frío,
la hubiera tocado para sentirme feliz y fuerte,
héroe de todos los niños de caras tristes,
el que llegó a la cima de todos los triunfos y clavó una bandera,
épico,
el Sol,
el universo
y la vida.
Envueltos en mi mirada
te regalé mis sueños.
Mis ojos tienen los colores que desean ser tus favoritos,
aún tienen esa esperanza.
Envueltos en mi mirada
iban los secretos más dolorosos que tengo.
Envuelto en mi mirada
estás hoy,
rodeado de mi voz
y bañado de mi sudor.
Estás amarrado con una hebra de mi cabello
y la herida que te causa en los brazos
sangra
constantemente,
te causa un poco de sufrimiento
sólo
para que yo te cure.
Ahora recuerdo un poco:
tenías una cara hermosa
y la sonrisa perfecta,
de tu boca fluía un manantial que me embriagaba,
existías,
estabas ahí
vulnerable a mi ataque,
con los ojos abiertos parpadeando;
estabas despierto,
respirabas
y escuchabas mi voz
y yo la dirigía especialmente a tus oídos con una pajilla;
en medio de ella había metido mi aliento y un beso
bien escondidos
para que no te dieras cuenta,
sólo los sintieras
pequeños y avergonzados,
llenos de risas nerviosas y temerosos de tu mirada.

--
Para mi nombre. Escrito directamente en el blog, tal y como salió. Versión temprana.

4 comentarios:

Rodrigo Ramos dijo...

Esto es la máximo ^^. Dijiste absolutamente todo lo que siempre quise decir sin tanta paja y tan natural.

Nadie dijo...

Me alegra que te haya gustado tanto.
Aunque lo tengo que depurar.

HuelveElena dijo...

Sos bueno.

(Pero sí, hay que depurar)

Nadie dijo...

Viniendo de vos esas dos palabras son más que un halago.