Tarde de deseo y centro comercial
Que temblara.
Que el presidente de mi país fuera más estúpido.
Que los ancianos fueran obligados a andar desnudos.
Que mi papá se suicidara.
Que fuera delito ser evangélico.
Que mi madre viviera sesenta años y se prostituyera hasta el último de sus días.
Que las personas que me detestan tuvieran un incontenible ataque de diarrea en la calle,
cenando en un lugar elegante o teniendo sexo.
Que cada marero fuera sodomizado.
Que mis amigos vivieran frustrados y que nunca pudieran realizar sus sueños.
Que muriera mi abuela.
Que me quisieras.
1 comentario:
qué atroz genialidad... de lo mejor que has escrito. te amo principito
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