miércoles, 7 de noviembre de 2007

El viento

Enero es un muchacho
que sonríe y anda desnudo en la ciudad,
corre y el aire se le mete entre las piernas
perfumando sus rincones,
suavizando su piel.
Qué hermoso es su pelo,
qué suaves sus rizos y su pecho;
qué bello su cuerpo:
tan intacto.

Ahí viene,
corre a la par mía
mientras voy en este bus;
corre y me ve por la ventana,
me tira besos,
me dice que me ama.
Yo sonrío al verlo
y él se ríe porque ha logrado hacerme sonreír.

Mi risa es su tesoro,
el motivo de sus carreras y su desnudez.
Desaparece un segundo después,
se disuelve en hojas rojas y secas.
Una vez más
me ha robado la sonrisa y se ha ido con ella,
me ha dejado un beso que me tiró en el aire.

Qué rosadas tus mejillas.
Qué melancólicos y tiernos tus ojos.
Vení otro año a darme de beber de tu saliva.
Quitame la ropa con los dientes.
Frotame tu cuerpo.
Frotame las piernas con tus manos hasta deshacerlas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó ese quetar la ropa con los dientes y esas caricias a las piernas, muy hot y sublime a la vez.

Un abrazo cálido para tí desde Colombia!

Nadie dijo...

Gracias otra vez por esta ventana.
Me alegra que te gustara ese poema, es algo viejo, de hace un año creo.

Un abrazo con viento (porque así está el clima acá) desde El Salvador.

Orpheo dijo...

Me gusta mucho y me hace pensar en esa euforia que trae el viento consigo.