lunes, 2 de febrero de 2009

El acento

El hombre aparece inmóvil,
con una sonrisa eterna
como de foto de display.

No se cansan sus mejillas
de sonreír.

Y es blanco.
La piel blanca me persigue
y me vuelve los ojos
más claros.
Sin duda
es así.

El acento.
Tan raro el acento que no he escuchado,
tantas posibles voces dentro de él
que si me llamara,
sólo lo reconocería
por lo extraño
del acento.

En fotos
me ha mostrado
que tiene el alma en la que no creo,
un poco
por lo menos,
por lo menos un poco de alma.

Sus vellos,
hacen contacto con los de mi nariz, ellos,
en pequeñas fantasías borrosas
con texturas de poros.
Duermen juntos dos niños bellos...

4 comentarios:

HuelveElena dijo...

Me ha gustado.

Rafael Mendoza López dijo...

Enhorabuena!

Nadie dijo...

Qué chivo, Ele.

Rafael, primera vez que lo veo comentando por acá. Ojalá me siga visitando.

estudiarmejor dijo...

disculape la publicidad , pero a parte son muy buenos poemas me han gustado.