miércoles, 18 de abril de 2007

Gálago


La calle en el cielo
es dibujada por los cables que se agarran de poste en poste.

La noche
ha puesto paralelo su brazo al horizonte
y gira, elegante y plena,
desplegando su velo estrellado
sobre mi piel desnuda
y duermo…

Vuelan los murciélagos mordisqueándome.

La luna se ordeña la leche tibia que sale por sus cráteres

y me alimenta.

Explotan las estrellas y dejan regado el frío en mis pestañas.

Despierto.
La noche bostezó y se hizo madrugada,
luce más joven
presintiendo el alba en sus pezones.

Yo
respiro el aire húmedo profundamente,
me vuelvo de hielo;
a mi cabello lo adornan 17 flores de invierno
y me veo hermoso
como un niño teniendo un orgasmo.

Ahora me acostaré sobre la calle
y jugaré un rato con las sombras entre mis manos y mi cara,
me daré media vuelta
para que el sol marchite la piel de mi espalda
y no ciegue mis ojos
trasparentes,
gigantes.


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