Gálago
La calle en el cielo
es dibujada por los cables que se agarran de poste en poste.
La noche
ha puesto paralelo su brazo al horizonte
y gira, elegante y plena,
desplegando su velo estrellado
sobre mi piel desnuda
y duermo…
Vuelan los murciélagos mordisqueándome.
La luna se ordeña la leche tibia que sale por sus cráteres
y me alimenta.
Explotan las estrellas y dejan regado el frío en mis pestañas.
Despierto.
La noche bostezó y se hizo madrugada,
luce más joven
presintiendo el alba en sus pezones.
Yo
respiro el aire húmedo profundamente,
me vuelvo de hielo;
a mi cabello lo adornan 17 flores de invierno
y me veo hermoso
como un niño teniendo un orgasmo.
Ahora me acostaré sobre la calle
y jugaré un rato con las sombras entre mis manos y mi cara,
me daré media vuelta
para que el sol marchite la piel de mi espalda
y no ciegue mis ojos
trasparentes,
gigantes.
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